Blog dedicado a transcribir entrevis y artículos biográficos así como imágenes de Américo Fernández.
sábado, 26 de junio de 2021
Cronista AMÉRICO FERNÁNDEZ / por Aníbal Laydera Villalobos
(Tomado del libro “Inteligencia Venezolana del Siglo XXI" del escritor mirandino Aníbal Laydera Villalobos).
AMÉRICO FERNÀNDEZ
En el minúsculo terrón insular de Coche, colocado cual guardián marino frente a Las Marites, en Margarita, y de Araya, en el estado Sucre, equidistante apenas unos quince kilómetros de ambas costas, embadurnado de sal y yodo, aturdido de sol, redimido de luna, acaso de la mano de Egeria, divinidad de Camenas, ninfa de las aguas, de las fuentes inextinguibles, y de la inspiración lumínica de Numa (Numa Pompilio), o conducido al portentoso Orinoco en las alas maravillosas del Águila Tonante, o de un gnomo, elfo, duende, posiblemente de Tchin, conducido a los rumbos de tierra firme bajo los efectos del eretismo de una vibración hierática, hasta abismarse ante el sorpresivo encuentro con la mágica presencia lapídea, erecta en medio del padre de nuestros ríos, donde afinca su paso itinerante.
Nace en San Pedro de Coche , y en las distancias del tiempo, cuando las aguas del mar alborotadas arrancaron las piedras, desplazaron las arenas, redujeron a un puño el territorio natal y golpearon furiosas los hombrillos de otras islas cercanas y lobanillos peninsulares, tal vez de los lejanos océanos y de Pangea, una indivisible chispa le propicia el talento, le traza cien mil caminos de candiles laudables para desparramar de inestimables bienes a su otra patria chiquita.
Conozco al cronista Fernández de vista y trato, y tengo firme convicción de sus valiosas actuaciones, indudable pedestal para el recuerdo y legítima satisfacción.
De verdad, me llena de alegría su dedicado empleo a la cultura de la famosa Angostura, «odalisca tendida al cuello del agua», cerca del emporio rocoso; el don del morocoto; la cíclica aparición de la sapoara, de invariable ortografía, ocasionalmente tortugas, bagres, babillas y bandadas de plumíferas que cunden de cánticos sus ámbitos y riberas.
¡Salve, y que viva la creatividad del tesonero amigo que impone la tenacidad en provecho del espíritu y del saber que jamás fallece en el signo de las mejores causas!
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