(Publicado en el diario El Nacional” el 30 de julio de
1985)
Américo Fernández, Premio Federico
Pacheco Soublette
El periodista debe hablar poco y escuchar mucho
Carmen Carrillo
Ciudad Guayana, 29 (Especial).
Tiene una voz profunda que impresiona y más de una admiradora ha
pensado que su dueño es un hombre alto y con una personalidad avasalladora. Sin
embargo, Américo Fernández no es de ese comentario porque más bien él es
muy callado, algo tímido y hasta muy parco para ser periodista.
Dice que un buen reportero debe hablar poco y escuchar mucho. Así Américo Fernández acaba de ganar por
segunda vez el premio «Federico Pacheco Soublette. que otorga El Nacional
al corresponsal más destacado del año.
La noticia la toma con mucha tranquilidad y sólo aquellos que lo
conocen bien, notan como cierta rapidez al hablar y una risa poco acostumbrada
en su rostro.
El corresponsal de este diario en Ciudad Bolívar, nació en una aldea
de pescadores, en una isla que como dice el mismo "tiene cinco kilómetros
de ancho por once de largo". Coche, su tierra
natal. Su padre era maestro y su mamá costurera, y aunque allí vivían
de la pesca, a Américo nunca le gustó pescar.
Siempre sintió inclinación por la palabra
escrita, al punto que una vez en cuarto
grado, la maestra lo dejó encargado de las ciases por tres meses y con el
dinero que obtuvo compró una máquina de
escribir, en la cual redactaba hojas sueltas, criticando las acciones
de ciertos funcionarios. Luego las colocaba en los postes de la isla.
Américo decidió marcharse de Coche a estudiar
a otro lado. Se fue con el cura Juan Bautista Marcano, primero a Pampatar y
después él a La Asunción como auxiliar del Padre Agustín Acosta, quien lo inscribió en la escuela «Francisco Esteban Gómez”, en La Asunción.
Después de eximido en cuarto grado, volvió a
coche donde estudió Quinto Grado y luego a Porlamar para cursar el Sexto Grado
y de allí a Caracas a estudiar la
secundaria la Secundaria en la ETI con una beca del Ministerio de Educación.
—Quería trabajar y estudiar y aproveché la
oportunidad que me ofreció en Ciudad Bolívar un primo hermano que era Gerente
de la Cervecería Victoria. Me gradué de
Bachiller en la Adán Blanco Ledezma y me inicié como columnista del vespertino
El Luchador y comencé a ser periodismo
remunerado en los periódicos de la Cadena Capriles, especialmente en La Esfera
dirigido por Chivo Negro. Tenía en mi haber un folleto impreso en la Tipografía
El Sol de Porlamar
cuando estaba en quinto grado; Prontuario Geográfico de la
Isla de Coche, primera publicación de ese
tipo sobre la zona.
Participó en la lucha contra la dictadura y
por un mitin que dio en Coche, fue detenido y fichado por la Seguridad Nacional. Allí hablaba como simpatizante de URD en contra del
gobernador.
Su familia lo saca de la cárcel y lo envía a
Ciudad Bolívar a casa de un primo hermano que era gerente en una Cervecería. Ayuda al pariente en el negocio y se
dedica a escribir para el diario El Luchador, de Jorge Suegart.
Cuando nace El Bolivarense, fundado por Brígido Notara Ricce se hace
un asiduo colaborador del tabloide. Sus escritos eran tan polémicos que Pedro
Vicente Gómez, distribuidor de los periódicos de la Cadena Capriles, le
propone ser corresponsal de Últimas Noticias,
La Esfera, El Mundo y la revista Elite.
Paralelamente se desempeñaba como diputado a
la Asamblea Legislativa por URD. Y
trabajando para Ultimas Noticias eliminan la corresponsalía, por lo cual Rafael Durán Rondón, director de El
Bolivarense, lo nombra jefe de redacción de este diario.
Para ese tiempo —cuenta Américo—, El Nacional
tenía como corresponsal a José Luis Mendoza, quien se iba
de vacaciones y nombró como sustituto a
Joaquín Latorraca. Al parecer, en Caracas no gustó el trabajo de éste y
José Luis volvió a Ciudad Bolívar buscando un nuevo suplente.
Esta vez –dice- me llamó a mi y en esa época cualquier periodista
anhelaba trabar aunque fuese un día en El Nacional.
Cuando regresó
Mendoza, el jefe de Provincia, Omar Pérez, lo envió a Puerto La Cruz y Américo se quedó
como corresponsal en Ciudad Bolívar. En 1967 obtiene por primera vez el premio «Federico Pacheco Soublette. y el diploma se lo
firma Ramón J. Velásquez.
Veinte años
Américo Fernández cumple veinte años en el
periódico y recuerda mucho a José Moradell y a Omar Pérez, de quienes aprendió mucho. Cuenta, por ejemplo, que este
último lo enseñó a redactar corto y le decía que hasta La Biblia cabe
en una cuartilla. Como anécdota, refiere la vez que Francisco Herrera Luque
dictó una conferencia de dos horas en Ciudad Bolívar. "Logré redactar el material en siete u ocho cuartillas y recibí una
carta de Herrera Luque en la cual me felicitaba por mi capacidad de
síntesis".
El corresponsal de Ciudad Bolívar relata que
Moradell siempre quiso sacarlo de allí y trasladarlo a Puerto La Cruz,
Barquisimeto o Caracas. "Nunca quise, y una vez el doctor Arturo Uslar Pietri me envió a la corresponsalía de
Puerto Ordaz y me aumentaron el sueldo. Aguanté tres meses en esa ciudad de
sol y concreto, y me devolví aunque ganara menos".
Fue secretario general de la AVP durante siete
años y presidente de la Convención Nacional
que se celebró en esa ciudad. Apunta que la AVP como organismo gremial
fue más solidaria y celosa de la profesión que el Colegio Nacional de Periodistas.
Admite que éste ha tenido muchas fallas.
En su vida privada, Américo Fernández sostiene
que nunca ha influido en las profesiones de
sus cinco hijos. Tiene un varón y cuatro muchachas. Angel Américo es
profesor de historia, Rusalka es socióloga, Ondina estudia educación y Riolama,
biología. La más pequeña llamada Aror, acaba de aprobar segundo año de
bachillerato y es la única que dice que será periodista.
El ganador del Premio
«Federico Pacheco Soublette., 1985, ha escrito un libro titulado Cronología de
Venezuela, el cual es recomendado por el Ministerio de Educación como texto de
estudio en el Estado Bolívar. Tiene en proyecto publicar las estampas infantiles
que escribió para Tricolor y Uyapar y piensa recopilar sus trabajos sobre El
Correo del Orinoco.
Mi mayor aspiración
—dice Américo—, es revivir la revista Orinoco, que edité junto con Gladys Figarella.
Mi problema es que nunca he podido vender un aviso y como ese era el trabajo de
Gladys, y ella se fue, no he podido comenzar otra vez. Américo Fernández fue
presidente de la Asamblea Legislativa y fundador del Museo de Ciudad Bolívar y
Museo Soto. Actualmente es miembro de la Junta Protectora y Conservadora del
Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación, a nivel regional, y pertenece al
Comité de Defensa de la Ciudad.
Ha ganado todos los premios culturales y
periodísticos a nivel regional y
expresa con toda tranquilidad que quiere dejar el reporterismo diario
para dedicarse a la investigación y a escribir,
para poner en marcha la revista Orinoco. La voz profunda vuelve a ser la
de siempre. Ahora el corresponsal de El Nacional en Ciudad Bolívar recuerda su vida en Coche y dice: a mí nunca me
gustó pescar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario